sábado, 5 de noviembre de 2011

En favor de Luis Cernuda


VI

El mar es un olvido,

Una canción, un labio;

El mar es un amante,

Fiel respuesta al deseo.

Es como un ruiseñor,

Y sus aguas son plumas,

Impulsos que levantan

A las frías estrellas.

Sus caricias son sueño,

Entreabren la muerte,

Son lunas accesibles,

Son la vida más alta.

Sobre espaldas oscuras

Las olas van gozando.

.

Esta mañana, casualmente, se me ha ocurrido buscar en Google este poema de Cernuda, que aparece ordenado en sexto lugar en su famosa obra Donde habite el olvido. Cuál no sería mi sorpresa al descubrir que, en la primera página, aparecía a nombre de… ¡Jorge Guillén! Un fallo –pensé-: un pequeño fallo a la hora de etiquetar al autor… Con toda mi buena fe, he dejado un comentario corrigiéndolo, y he vuelto a Google.

Pero, ¡horror! En la siguiente página, también aparecía Guillén como autor, y en la siguiente, y en otra más… Algunas llevaban elaboradas desde 2006. He empezado a dudar de mí misma, al ver textos del tipo:

El Mar Es Un Olvido de Jorge Guillen. Este poema es parte de la obra literaria y Poemas Jorge Guillen Otros de sus poemas como La Caricia Adormece de Jorge Guillen – Los Fieles Amantes de Jorge Guillen […]

Confusa, he sacado mi ejemplar de Poesía Completa de Luis Cernuda, de Siruela, y he comprobado que el poema estaba ahí: idéntico, palabra por palabra, en Donde habite el olvido. El fallo no es mío.

¿Qué hubiera dicho Luis Cernuda, el extremadamente perfeccionista Luis Cernuda, si llega a enterarse de que una creación suya aparece públicamente a nombre de otro? Él, que se indignaba ante cualquier mínima incorrección; casi me parece oír su voz bramando desde un más allá inexistente, insultando a todos esos crustáceos que han osado equivocarse… Realmente, es una gran ironía. Y más irónico resulta aún que con quien se le confunda sea precisamente con Guillén, el poeta del que durante toda su vida trató de alejarse, desde que en 1927 gran parte de la crítica arrasara ferozmente con su primer libro, Perfil del aire, acusándolo de ser un plagio de Cántico. En 1948, Cernuda todavía sentía vivo el rencor en su corazón cuando publicó El crítico, el amigo, el poeta, un diálogo imaginario que le sirvió para exponer, uno por uno, sus contraargumentos a lo que se había dicho de su librito. Cernuda quedó tan traumatizado que, en ediciones posteriores de su poesía completa –recogida bajo el título genérico La realidad y el deseo-, modifica en gran parte el contenido de Perfil del aire, que incluso pierde su nombre para convertirse en un abstracto Primeras poesías. Visto lo visto, ¿cómo se hubiera sentido Cernuda si en 2011 todavía se le confunde con Jorge Guillén?

Dejando aparte las extravagancias del carácter cernudiano, creo que en este caso su indignación estaría bien justificada. No quiero con esto acusar a ninguna página en concreto, porque está claro que, después de que una haya cometido el fallo, las otras simplemente se han encargado de copiarla sin detenerse a comprobar el contenido con un libro del poeta al lado. Se trata, una vez más, del clásico error de no verificar las fuentes, que en ámbitos como el periodismo produce tan terribles consecuencias. Esto nos vuelve a demostrar que no podemos fiarnos nunca completamente de la información publicada en la red. Yo he descubierto esto hoy con Cernuda, pero quién sabe la de ejemplos que habrá donde ocurra lo mismo…

Volviendo a este caso concreto, también me extraña que nadie se haya dado cuanta aún, si en algunas páginas las publicaciones datan de 2006. Quizá es el aparentemente escaso interés que despierta la literatura clásica en nuestra sociedad –digo aparentemente, porque eso está por discutir. De cualquier forma, no pretendo con esto resultar pedante –de hecho, algunas de estas páginas de poesía las tengo en Favoritos-, sino reivindicar la autoría de Cernuda en este poema. Como escritora (aunque no reconocida), a mí me fastidiaría terriblemente un fallo tan absurdo pero tan increíblemente propagado. Cernuda ya no existe como tal para defenderse, pero aquí quedamos los defensores de su memoria…

Dejo aquí algunas de las páginas erradas:

http://amediavoz.com/guillenjorge.htm

http://www.poemasde.net/el-mar-es-un-olvido-jorge-guillen/

http://www.poesiaspoemas.com/jorge-guillen/el-mar-es-un-olvido

http://www.poemas911.com/poema-el-mar-es-un-olvido-jorge-guillen-poemas-de-amor/

http://www.vivir-poesia.com/el-mar-es-un-olvido/

http://www.artepoetica.net/Jorge_guillen1.htm

Esta me ha llamado especialmente la atención por tratarse del seminario de una fundación universitaria que, como vemos, ha cogido la información de una de las selecciones poéticas erradas, “A media voz”:

http://www.litesnet.com/guillen_jorge.htm

Es un ejemplo de cómo un pequeño error en una página puede llegar a instituciones más elevadas, como las universitarias…

martes, 4 de octubre de 2011

El poeta de dos caras


Acabo de leer que ayer se cumplió el 115º aniversario del nacimiento de Gerardo Diego (1896-1987), poeta y crítico de la Generación del 27. Abandonaré aquí la objetividad –si es que alguna vez la he alcanzado, aunque sea a medias- para confesar que se trata de la figura que menos simpatía me suscita de dicha generación literaria, siempre partiendo de mi enorme interés, en general, por este período.


Y sin embargo –curiosa contradicción- son precisamente dos versos de Gerardo los que dan nombre a este blog, pertenecientes a su poema Columpio, incluido dentro de su obra Imagen. Es esta obra, junto a Manual de espumas, las únicas que realmente salvaría de toda su trayectoria. Es posible que mi postura resulte presuntuosa y con alardes cervantinos –eso de quemar, metafóricamente hablando, todos los libros que no considero interesantes-; pero ya he anunciado al lector que en esta ocasión iba a pecar de subjetiva.

.

COLUMPIO

A caballo en el quicio del mundo
un soñador jugaba al sí y al no

Las lluvias de colores
emigraban al país de los amores

Bandadas de flores

Flores de sí

Flores de no

Cuchillos en el aire
que le rasgan las carnes
forman un puente

No

Cabalgaba el soñador
Pájaros arlequines

cantan el sí

cantan el no


*El poema anterior es en realidad un caligrama, pero el sistema de edición de este blog no permite visualizarlo como tal.

.

Imagen y Manual de espumas tienen en común que son sus obras puramente vanguardistas: en ellas encontramos ingeniosos caligramas que rayan en el ultraísmo –o creacionismo, también llamado por algunos críticos-, como acabamos de ver en Columpio. Pero en relación a la trayectoria de Diego, constituyen una magistral excepción, puesto que el resto de su poesía –la llamada tradicional- tiende al clasicismo: es el Gerardo archiconocido, el de El ciprés de Silos y el Nocturno. Estos que acabo de nombrar son, precisamente, dos de los más celebrados por la crítica. Yo, sin embargo, los encuentro anticuados si los enmarcamos en una época tan rica, vanguardísticamente hablando, como la Edad de Plata. Y tratando de no generalizar tanto, hay que reconocer también a Gerardo la originalidad de su poemario La fábula de Equis y Zeda, una curiosa mezcla de barroquismo y vanguardia. Esta vena tan alejada del resto de su poesía le viene dada seguramente por la influencia de quien fue su íntimo amigo, Juan Larrea, una de las figuras más importantes en la escuela del ultraísmo –que, recordemos, fue un movimiento que nació en España. El propio Gerardo Diego estuvo muy sumergido en dicha escuela, y colaboró en varias de sus revistas. Personalmente, considero una lástima que no hubiera desarrollado más esa faceta.

.

Juan Larrea y Gerardo Diego


Dejando un poco de lado su estilismo poético, hay que decir que Gerardo Diego fue una figura algo particular en su entorno, en cuanto a que se alejó de la tendencia ideológica de la mayoría de sus compañeros de generación –me refiero, claro está, a los más conocidos. Es cierto que no fue el único que permaneció en España al terminar la Guerra Civil, pero sí el único absolutamente convencido de las ideas que regían la nueva dictadura, a pesar de que erróneamente exista la manía de dar por hecho que todo el que se quedó estaba de acuerdo con el franquismo, metiendo en el saco, por ejemplo, a Vicente Aleixandre, que de derechoso no tenía nada. Gerardo Diego, por el contrario, nunca ocultó su ideología. Son conocidos, por ejemplo, sus poemas dedicados a la Falange. Y entre unas cosas y otras, alguna enemistad más o menos consolidada se ganó, entre sus compañeros de generación. Y a esto le hemos de añadir los antiguos rencores nacidos de la selección de poetas para incluir en su famosa Antología poética de 1932 –hubo quien llegó a referirse a él como Gerardo, viejo cardo.

Sintetizando; Gerardo Diego fue un integrante un tanto especial de su generación; y un poeta de dos caras –desde luego, no se puede decir que siguiera un único estilo, puesto que pasaba de la vanguardia más atrevida al más tradicional de los clasicismos. Y a pesar de que no me sea simpático, he de reconocer su importancia en la historia de nuestra literatura. Era menester dedicarle al menos una entrada de este blog… Además de su título.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Primera visión de Luis Cernuda

Para los interesados en la Generación del 27, en la literatura o la historia española; también para los que deseen, simplemente, conocer un poco más el aspecto “humano” de nuestros idealizados poetas de la Edad de Plata; recomiendo fervientemente un libro que llegó a mis manos hace dos años: En España con Federico García Lorca. Se trata de una obra elaborada a partir de los diarios del entrañable Carlos Morla Lynch, un diplomático chileno que vivió en Madrid durante aquellos años previos a la Guerra Civil y que se codeó con la flor y la nata de la brillante cultura del momento, en especial con García Lorca. Así, nos relata anécdotas sobre esos personajes que tanto hemos leído en libros de texto, acercándonos más a sus brillantes personalidades.

Portada del libro

Aprovechando que hoy se cumplen 109 años del nacimiento de mi más admirado poeta, Luis Cernuda; aquí os dejo un fragmento del susodicho libro: el momento en que Morla habla por vez primera con Cernuda. Espero, de esta forma, tentaros a que leáis el resto de la obra; realmente lo merece. Y sin más, sumerjámonos en las palabras de Carlos Morla del 27 de marzo de 1932…

.

Voy a conocer posiblemente en estos días, por intermedio de Federico, a un joven poeta cuya extraña personalidad me interesa y atrae: Luis Cernuda. […] Llegó a mis manos un día la Antología Española -1915-1931- publicada por nuestro amigo, también poeta destacado, Gerardo Diego, y en ella me fue dado contemplar su efigie: un chico de aspecto tranquilo, elegante y distinguido, sin nada de sombrío, sin nada de vate despreocupado y bohemio. Apariencia de niño grande, a un tiempo simpático y serio, con una nariz graciosa ligeramente respingada que le imprime carácter a su fisonomía.

Fotografía de Cernuda en la Antología de Gerardo Diego

Cada poeta que figura en este florilegio anota al pie de su imagen una manera de apreciación sobre sí mismo. Especie de autorretrato breve, moral e íntimo. Cernuda escribe:

«No valía la pena ir poco a poco olvidando la realidad para que ahora fuera a recordarla, y ante ¡qué gente! La detesto como detesto lo que a ella pertenece: mis amigos, mi familia, mi país. No sé nada, no quiero nada, no espero nada.»

[…] Manolito Altolaguirre, Federico y Rafael Martínez han cenado en casa. Cernuda les había dicho que vendría. Pero no ha venido. En el transcurso de la noche, Manolito ha hablado con él por teléfono y luego me ha llamado para que lo haga yo.

Sufro una fobia invencible ante este aparato. No sé expresar lo que siento cuando no miro a la persona con quien hablo. No comprendo lo que me dice ni ella me entiende a mí. Hay más –y no debería decirlo, porque es una insania-: imagino que tiene la cara verde el ser invisible que se encuentra al otro lado del alambre. Pero cojo, no obstante, el instrumento transmisor.

En este primer encuentro de cuerpo ausente, su voz, dentro de su frialdad explicable, me parece, sin embargo, atrayente y cálida, no así sus palabras, que resuenan en el aparato cortantes y evasivas:

-Estoy cansado, muy cansado, señor Morla, «y deseoso de terminar». (¿?) Este es el motivo que me impide ir a su casa –me dice hablando muy deprisa.

-Me llamo Carlos –le contesto sencillamente.

Repite entonces la frase entera, pero suprimiendo esta vez en ella lo de “señor Morla”.

-Estoy cansado, muy cansado, Carlos…

Y no hubo más…, pero el cambio de tono me satisfizo. Me queda la impresión de que podremos comprendernos y ser amigos.


Carlos Morla Lynch, En España con Federico García Lorca

miércoles, 17 de agosto de 2011

75 años más tarde




Hoy se cumplen tres cuartos de siglos desde que en Granada, "en su Granada", los falangistas asesinaran vilmente a uno de los poetas más grandes de toda la Historia de la Literatura Universal. ¿Sus delitos? Ser homosexual, de izquierdas, poeta. Podría detenerme a comentar los más recientes devenires de la odisea que parece suponer encontrar sus restos (mi teoría es que la familia ya está al corriente del paradero, pero esa es otra historia...) y de todos los estudios que se están realizando (el más fiable, a mi parecer, el de Gibson). Pero hoy no tengo palabras para el hombre muerto; quisiera tenerlas para el poeta vivo -siempre vivo-, y por eso doy voz a uno de sus mejores amigos: el también magistral Luis Cernuda, que escribió en 1931:

Un día, allá en la vega de Granada, nació un niño a cuyo alumbramiento asistieron todas las hadas. Una le dio el don de la simpatía, otra le dio ángel, otra le dio poesía; cada una le dio, en fin, su don especial. Pero cuando parecía que todas le habían saludado ya con tan graciosos presentes se vio que, oculta por las demás, aún quedaba un hada, menuda y apacible, al lado de las otras, evaporada de orgullo. Se acercó esta última y otorgó al recién nacido el don de saber vivir. Andando el tiempo, este niño, que se llamaba Federico García Lorca, puso en práctica los dones de las hadas. Sus poesías gustaron apenas escritas; aún inéditas, sus amigos las copiaban y aprendían de memoria; encontraba editores para sus libros; hasta los dragones de la Revista de Occidente se dormían blandamente a su paso. Y, en fin, sus amigos eran amigos suyos verdaderamente.

En efecto, esta última frase debiera ser muy cierta para que alguien como Cernuda -muy especial en el trato- le hubiera dedicado tan generosas y admirativas palabras, y no fueron las únicas. En lo que a mí respecta, el Lorca surrealista me abrió un mundo nuevo a la hora de escribir mis propias composiciones, y su poesía y su persona me atraen irremediablemente. Porque esa trsiteza envuelta en alegría -y en ganas de vivir, como decía Cernuda- siguen ejerciendo su aura deslumbrante después de tantos años. Y siempre, siempre, me acuerdo de ese verso profético de "Gacela de la muerte oscura":

Quiero dormir un rato;
un rato, un minuto, un siglo;

pero que todos sepan

que no he muerto.

sábado, 23 de abril de 2011

Día del Libro

Para conmemorar el Día del Libro de este año, me gustaría recomendar a mis lectores los libros que más me han gustado o, en su caso, impresionado, a lo largo de mi vida. Los he clasificado en cuatro categorías: Poesía, Teatro, Novela y Novela juvenil. Dentro de cada una incluyo tres libros, una sinopsis y un fragmento de cada uno de ellos. Os aseguro que leerlos merece la pena… Igualmente, acepto encantada cualquier recomendación por vuestra parte. Feliz Día del Libro.


POESÍA


1) La realidad y el deseo, de Luis Cernuda: Con diferencia, el libro que más me ha marcado en toda mi vida. Una recopilación elaborada por el propio autor de todos sus poemarios: desde el joven Perfil del aire hasta el grave Desolación de la quimera. Una lucha arrasadora entre la Realidad y los deseos imposibles del poeta. Un canto a la soledad, el desarraigo y el amor no correspondido.

«Como los erizos, un día los hombres sintieron su frío y quisieron compartirlo. Entonces inventaron el amor. El resultado fue, ya sabéis, como en los erizos. ¿Qué queda de las alegrías y penas del amor cuando este desaparece? Nada, o peor que nada; queda el recuerdo de un olvido.»

2) Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, de Federico García Lorca: Compuesto por los cuatro poemas que Lorca escribió a la muerte de su gran amigo, el torero Sánchez Mejías. Mezcla el más puro surrealismo lorquiano con ese matiz ronco y andaluz del primer Lorca. El punto culminante de su obra poética.

«El otoño vendrá con caracolas,

uva de niebla y monjes agrupados,

pero nadie querrá mirar tus ojos

porque te has muerto para siempre.»

3) Palabra sobre palabra, de Ángel González: La recopilación de la poesía completa del autor, a excepción de Nada grave, su libro póstumo. Amor, pesimismo y soledad cubiertos por una magistral capa de ironía.

«Hay mañanas en las que no me atrevo a abrir el cajón de la mesa de noche

por temor a encontrar la pistola con la que debería pegarme un tiro.»


TEATRO

1) Así que pasen cinco años, de Federico García Lorca: Una de las dos obras del llamado teatro imposible lorquiano, junto con El público. Lorca la definió como Leyenda del tiempo en tres actos y cinco cuadros. La obra trata, en efecto, del eterno enfrentamiento entre el amor y el tiempo, convirtiéndolo en un amor imposible.

«Yo en cambio, sabía que tú no me querrías nunca. Y, sin embargo, yo he levantado mi amor y te he cambiado y te he visto por los rincones de mi casa. Te quiero, pero más lejos de ti. He huido tanto, que necesito contemplar el mar para poder evocar el temblor de tu boca.»

2) La fundación, de Antonio Buero Vallejo: La obra más magistral de todo el magistral teatro de este autor. No puedo dar pistas de la conclusión porque se trata, ante todo, de un misterio. Comienza en la lujosa habitación de una moderna fundación donde una serie de empleados comienzan a tener extrañas impresiones. En la frontera entre la realidad y la locura.

«Crees. Pero tu cabeza no rige bien; tú mismo lo reconoces ya… Ves cosas que los demás no vemos, hablas de personas que desconocemos… Supongamos por un momento que estás bajo la impresión de un falso recuerdo.»

3) Comedia inacabada y sin título, de Luis Cernuda: Como bien dice el título (o la ausencia de él), está inacabada; Cernuda nunca sintió una gran pasión por escribir teatro… No obstante, las pocas páginas que conservamos nos muestran el comienzo de la historia de un joven, Conrado, que se busca a sí mismo sin encontrarse, y cuyo mundo se trastoca al conocer a una misteriosa y libre criatura llamada El Silfo

«Te juzgan mal y sufres por eso. Eres de nieve por fuera y de fuego por dentro. Quien te toca se hiela mientras tú te abrasas. No sabes querer y estás queriendo siempre; no sabes vivir y estás vivo. Tu sitio no está en ninguna parte; siempre desearás un lugar diferente.»


NOVELA


1) Niebla, de Miguel de Unamuno: No se trata en este caso de una novela, sino de una nivola. Augusto, el protagonista, vive una serie de acontecimientos que le llevan a plantearse si hay alguien que maneja su existencia, o su no existencia… ¿Cuál será el misterio?

«Y esta mi vida, ¿es novela, es nivola o qué es? Todo esto que me pasa y que les pasa a los que me rodean, ¿es realidad o ficción? ¿No es acaso todo esto un sueño de Dios, o de quién sea, que se desvanecerá en cuanto Él despierte, y por eso le rezamos y elevamos a Él cánticos para adormecerle, para acunar su sueño?»

2) Señora de rojo sobre fondo gris, de Miguel Delibes: Un anciano pintor al que la inspiración creativa le ha abandonado, narra los últimos años de vida de su mujer, Ana, que era la luz que iluminaba las vidas de quienes la rodeaban. De telón de fondo, la agitada España de 1975…

«Entre sus labios temblaba una sonrisa melancólica, tan pequeña que era más bien un esbozo. No había advertido mi presencia, pero cuando subí otro peldaño, dirigió los ojos a la escalera sin el menor sobresalto; sonrió al verme: No bajan los ángeles, ¿verdad?, dijo. Me miraba resignada, con una pálida piedad. Yo asentí con la cabeza. ¿Hace mucho tiempo? Hice un esfuerzo: Desde que enfermaste, dije.»

3) Diez negritos, de Agatha Christie: El mejor de esta autora. Diez desconocidos son invitados a una mansión en la isla del Negro. Al llegar allí, no existe ningún anfitrión, sino una cinta que les acusa de una serie de crímenes. Uno a uno serán asesinados, siguiendo las estrofas de una ingenua canción infantil. Y el asesino solo puede ser uno de ellos…

«“Diez negritos se fueron a cenar. Uno se ahogó y quedaron: nueve”. ¡Es horroroso! Exactamente lo que ha pasado esta noche, se dijo. Ella no quería morir. Era inimaginable querer morir. ¡La muerte era para los demás!»


NOVELA JUVENIL


1) Las brujas, de Roald Dahl: Mi libro favorito de mi infancia. Un niño y su abuela han de enfrentarse a toda una comunidad de brujas, seres diabólicos que, sin embargo, se confunden con mujeres de carne y hueso. Sin embargo, hay una serie de pistas para distinguirlas…

«En realidad, las brujas no son mujeres. Parecen mujeres. Hablan como las mujeres. Y pueden actuar como las mujeres. Pero, de hecho, son seres completamente diferentes. Son demonios con forma humana. Por eso tienen garras y las cabezas calvas y narices raras y ojos extraños, todo lo cual tienen que disimular lo mejor que pueden delante del resto del mundo.»

2) Marina, de Carlos Ruiz Zafón: Una trama en la que se entremezclan amor y misterio, al más puro estilo Zafón. Todo comienza cuando Óscar conoce a Marina, una hermosa e intrigante niña que sueña con ser escritora. Es ella quien le conduce hacia la sombra que cada día acude al cementerio de Barcelona…

«Mi amigo Óscar es uno de esos príncipes que harían bien manteniéndose alejados de los cuentos y de las princesas que los habitan. No sabe que es el príncipe azul quien tiene que besar a la bella durmiente para que despierte de su sueño eterno, pero eso es porque Óscar ignora que todos los cuentos son mentiras, aunque no todas las mentiras son cuentos. Los príncipes no son azules y las durmientes, aunque sean bellas, nunca despiertan de su sueño.»

3) Caperucita en Manhattan, de Carmen Martín Gaite: Sara Allen se escapa por las caóticas calles de Manhattan para llevarle una tarta a su abuela, de parte de su madre. Por el camino, se encuentra con Miss Lunatic, una misteriosa anciana que es algo más que una simple mendiga… Intriga, ingenio y mucha imaginación.

«-¿No sería miedo a la Libertad? –preguntó Miss Lunatic solemnemente.

Y al hacer esta pregunta levantó el brazo derecho y lo mantuvo unos instantes en alto, como si sujetara una antorcha imaginaria. Sara experimentó una leve inquietud al reconocer el gesto de la estatua. Miss Lunatic lo había imitado muy bien.»

.

A todo esto, hay que añadir varias cosas. La primera: en Poesía deberían figurar también Salinas y Aberti, pero dije que solamente tres… En Novela, la decisión ha sido muy difícil, puesto que hay demasiadas. En Novela juvenil, no me parece justo no mencionar Harry Potter (sí, es mi pequeña debilidad bestsellera, lo confieso; esos libros me han marcado para siempre), pero la gran mayoría de la población los ha leído u oído mencionar, y no quería desaprovechar una recomendación…

Entradas populares