martes, 17 de enero de 2012

Oír campanas

Luis Cernuda en su exilio mexicano



No pretendo resultar monotemática, pero los medios deberían informarse bien antes de publicar cosas sobre Luis Cernuda. Menos mal que aquí estoy yo para corregirlos…

Hoy, la cosa viene a propósito de la polémica surgida con todo esto de la muerte de Fraga. Por una parte, aparecen los suyos elogiando sus virtudes como hombre democrático, entregado a su patria -¿¿democrático?? Por otra, salen a la luz una retahíla de perlitas que Don Manuel soltó a lo largo de su vida, como aquella tan célebre de “La calle es mía”. Y luego ya pasamos a mezclarlas con literatura; y como de literatura sabemos poco, y menos aún de la vida de los literatos, pues metemos la pata…

Así, mi madre me comenta que ha escuchado esta tarde por la radio -concretamente, en La Ventana, de Cadena SER- algo sobre que Fraga le negó a Cernuda el regreso a España para asistir al entierro de su madre. Intrigada, porque no me cuadraban las fechas, he indagado un poco en Internet para comprobar que mi madre se había enterado bien. Y, efectivamente, en decenas y decenas de blogs y medios digitales aparecía relatada la misma anécdota -incluidas páginas personales de reputadas escritoras.

Según dichos medios, en la década de los sesenta –no especifican año-, la familia de Luis Cernuda le pidió permiso a Manuel Fraga para que el poeta pudiera regresar a España desde su exilio mexicano –llevaba fuera de nuestro país desde 1938-, para poder asistir al entierro de su madre. La respuesta de Fraga, supuestamente, fue: "Que se quede donde está, ¡ya tenemos bastantes maricones en España!".

Ahora, yo pregunto: ¿cómo es posible que Cernuda quisiera asistir en los sesenta al entierro de su madre, si su madre falleció en 1928? A simple vista, se nos abren varias posibilidades: que Luis descubriera una segunda madre, que hubieran desenterrado los huesos de la buena mujer para proporcionarle un segundo entierro… O la tercera y más probable: que los medios se hayan colado. Porque Amparo Bidón, madre del poeta, falleció el 4 de julio de 1928, víctima de la llamada enfermedad por arañazo de gato, surgida por una herida que se infecta. El hecho fue un duro golpe para el joven Cernuda, que escribió: «Me dicen que ahora dejaré de ser un chiquillo. Poco me importaría serlo siempre con tal de que mi madre viviese. Ahora que la he perdido sé cuánto la quería.». Estas palabras están fechadas en 1928. Más claro, el agua.


Por otra parte, no dudo que la historia esté basada en un hecho real, y efectivamente Fraga se refiriera a Cernuda con palabras similares a las que le atribuyen. Mi modesta opinión es que algún medio –el primero que haya sacado a la luz todo esto-, ha oído campanas y no sabe dónde: se ha equivocado de muerto, por decirlo de una forma un poco cínica. Si recordamos que en 1960 –febrero y julio- fallecieron las hermanas del poeta, Amparo y Ana, podemos hacernos una idea de por dónde van los tiros. Seguramente, lo que ocurrió fue que Cernuda quiso asistir al entierro de una de las dos, en 1960, y en ese momento sería cuando Fraga le soltara su famosa perlita. Lo más probable es que se tratara de Ana, que tenía descendientes, y de ahí que la familia de Cernuda pidiera permiso para que asistiera al entierro de "su madre". Pero no la madre del poeta, ¡no! La madre de los hijos de Ana Cernuda...

Pero digo yo, ¿qué cuesta informarse bien antes de publicar informaciones falsas? Cuatro años de Periodismo, donde me han grabado con sangre eso de “el periodista debe contrastar fuentes”, para ahora ver que mis compañeros de profesión se limitan a oír campanas y a pensar que bueno, que sobre la vida de un escritor tampoco hace falta ser muy precisos, porque en general nadie la conoce… Por favor, que he llegado a leer por Internet: Corrían los años setenta cuando Cernuda quiso volver a España… ¿¿Los años setenta?? ¿Tanto cuesta meterse en Wikipedia y ver que Cernuda murió en 1962? Tengo la impresión de que mañana otro publicará que el poeta se negó a asistir al entierro de Fraga, porque este le llamó maricón. Igual que en el juego del teléfono escacharrado: de una anécdota real acaba construyéndose un absurdo. Y pensar que habrá tantas y tantas equivocaciones en los medios, y solo nos enteramos de una mínima parte…

1 comentario:

Fackel dijo...

Marina Casado. Soy un advenedizo a tu blog. Echado un vistazo, muy por encima, solo s eme ocurre: no, por favor, no abandones tus letras. Veo que desde enero no editas nada, pero es necesario que sigas hablándonos en esa línea. Yo bebo cada vez más de esos autores.

Te remito también a:

http://machadoencollioure.blogspot.com.es/

Encantado de hallar este espacio tuyo, al que me enlazo.

Entradas populares